Breves anotaciones sobre el diario pedagógico
Katherine Giraldo Uribe
Estudiante de la Licenciatura en Educación Básica
con Énfasis en Humanidades, Lengua Castellana.
Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.
En el desarrollo de la práctica docente se cuenta con innumerables herramientas para alcanzar los objetivos propuestos y verificar que el proceso que se está llevando a cabo realmente sea una experiencia de aprendizaje significativo para la vida de todos los sujetos que en él intervienen, como son: los estudiantes, el maestro cooperador, el maestro en formación y la asesora.
Por todo lo anterior, el diario de pedagógico tiene un papel relevante a la hora de anotar toda la planificación del currículo y, más importante aún, las experiencias vividas en el aula durante el desarrollo de las diferentes actividades académicas y lúdicas que permiten el acercamiento al grupo.
A continuación, se quiere compartir una breve reflexión hecha en el diario de campo al término de la práctica realizada en la Institución Educativa Javiera Londoño, 2006, con el grupo de niñas de 6-3; esto con el fin de apoyar y animar a todos aquellos maestros en formación que inician su práctica para que tengan en cuenta que la fortaleza y la tenacidad siempre serán más importantes que todos los miedos e inseguridades que puedan tener al comenzar y que, al final, la satisfacción de haber vivido tan bonita experiencia los dejará llenos de esperanza y ánimos para continuar en el camino de ser formadores y formadoras de las nuevas generaciones.
He aquí una breve reflexión sobre el ser y el hacer docente:
“Medellín, viernes 17 de noviembre de 2006.
Reflexión pedagógica. Esta fue la última semana de reunión con las niñas. Siento una profunda nostalgia por todo lo vivido, por lo que pasó y por lo que no vendrá; 6-3 fue realmente un grupo agradecido que me acogió con cariño y me permitió guiarlo por el camino de la lectura y la educación, a la vez que me enseñaron el valor de la paciencia, de la serenidad y de la escucha fraterna. Me permitieron comprender y dimensionar la complejidad del ser humano y atender a lo que verdaderamente es valioso en la vida.
La interacción con el grupo fue la experiencia más difícil que he tenido que enfrentar a nivel académico pero también la más gratificante”.
En esta reflexión se evidencia que la labor de la enseñanza tiene diversas dimensiones, donde lo epistémico y lo afectivo se conjugan para llegar realmente a lo que es el aprendizaje y la verdadera formación no sólo de los educandos sino también del docente, quien es un eterno aprendiz.