Johan Yesid Úsuga Úsuga
Estudiante de la Licenciatura en Educación Básica,
énfasis en Humanidades, Lengua Castellana
Facultad de Educación
Universidad de Antioquia
“Nos rodea la palabra
La oímos
La tocamos
Su aroma nos circunda…”
Aurelio Arturo, 2003
El habla como habilidad comunicativa básica implica, como todas las habilidades, un proceso cognitivo complejo, pues es necesario elegir una posición de enunciación pertinente a la intención comunicativa que se tiene y seleccionar a quién se le habla para emplear el registro de lenguaje y el léxico más pertinente (Lineamientos Curriculares: Lengua Castellana, 1998, 48 – 50).
De otro lado, la habilidad del habla dentro del contexto escolar parece un concepto muy simple, no obstante éste implica que el trabajo con la oralidad en el aula sea más que obligatorio y de gran pertinencia, por cuanto de su buena potenciación depende el desenvolvimiento en actividades cotidianas, por ejemplo en el caso de la argumentación, esto en pos de la significación, de ahí que la palabra cobra sentido en todo lo que nos rodea y debemos posibilitar el encuentro con dicho sentido.
Como es sabido, el poder de la palabra es innegable y va de la mano con los procesos de pensamiento. En la sociedad se ha visto, desde mucho tiempo atrás, lo valioso que es empeñar la palabra. Desde lo formal, cotidianamente “se considera que el lenguaje externo social, es la manifestación del pensamiento en palabras, y en el lenguaje interior el proceso es a la inversa, el habla se transforma en pensamiento” (Vinent Consola, 2000, 56-57). Esta relación de “lenguaje y pensamiento”, la expresa Vigotsky con esta aseveración el pensamiento no se expresa solamente en palabras: existe a través de ellas. Esta descripción evidencia la relación que hay entre la competencia lingüística y el proceso que sigue el niño en el aprendizaje de la lengua (Vinent Consola. Mayo del 2000, 57) Esto muestra que en la medida en que el niño va aprendiendo el uso del lenguaje, va dominando también el conocimiento del entorno que lo rodea, y va adquiriendo una capacidad para semantizar las cosas.
Para Eduardo Serrano Orejuela (1996, 22 – 25), el discurso es un acto necesariamente verbal realizado por un enunciador para un enunciatario en un contexto espacio-temporal definido; requiere de una competencia lingüística para que la actuación discursiva del sujeto de enunciación sea pertinente y amplia, éste requiere además de capacidad para organizar sintácticamente lo que dice, para que desde la pragmática, lo enunciado sea contextualmente válido.
Se hace pues necesaria la profundización en el lenguaje oral, para que estudiando uno a uno los pasos del discurso, se amplíe la capacidad de expresión de todos los estudiantes, y que su competencia comunicativa sea mayor desde la oralidad.
REFERENCIAS
Arturo, Aurelio (2003). Obra completa. La palabra Edición crítica, Rafael Humberto Moreno Durán, . Barcelona: Allca XX.
Ministerio de Educación Nacional (1998). Lineamientos curriculares de lengua castellana. Bogotá: Editorial Magisterio, 140 p.
Serrano O, Eduardo (1996). Avatares del discurso. En: Revista anunciación. Volumen 1 No. 1, Bogotá; pp. 22-25.
Vigotsky, Lev Semionovich (1977). Pensamiento y lenguaje: teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas. Argentina : Ediciones Pléyade, 1977 219P
Vinent Consola, Manuel, et., al (2000). Competencias y proyecto pedagógico. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 244 p.