LA EDUCACIÓN LITERARIA COMO MEDIO POSIBILITADOR DE LA CREACIÓN DE LOS PROCESOS DISCURSIVOS, COGNITIVOS Y PROYECTIVOS: EL CUENTO, GÉNERO ESPECÍFICO
Por: Mariluz Arango Jaramillo
Carolina Andrea Benjumea Herrera
Estudiantes de Tercer semestre de Licenciatura en Educación Básica
con énfasis en Humanidades y Lengua Castellana,
Universidad de San Buenaventura Medellín.
RESUMEN
La diversidad de concepciones y géneros existentes en la literatura, al igual que las políticas y orientaciones actuales que exigen el desarrollo de la evaluación de procesos en la educación, confluyen en este escrito mediante la exposición y sustentación de la educación literaria como vínculo factible de ambas realidades. Tras definir tanto la literatura y el cuento a modo de género literario específico que la aborda, como los procesos discursivos, cognitivos y proyectivos, se prosigue a presentar una articulación que asume a la educación literaria como un medio posibilitador para la creación de dichos grupos de procesos a través de su proceso de enseñanza-aprendizaje.
PALABRAS CLAVE:
Literatura, Procesos discursivos, Procesos cognitivos, Procesos proyectivos, Educación literaria, Género Cuento, Enseñanza, Aprendizaje.
ABSTRACT
The diversity of conceptions and literary genres, in the same way of current politics and orientations that exact the development of processes evaluation on education, in this text they coincide by means of the exposition and supporting of the literary education as feasible bond of both realities. After to define such the literature and the story – like a specific literary genre that is all about it –, as the discursives processes, cognitives processes and projection processes, it continues with the presentation of an articulation that assumes to the literary education as a possible media to creation of those processes groups through its learning and teaching process.
KEY WORDS:
Literature, Discursives Processes, Cognitives Processes, Projection Processes, Literary Education, Story Genre, Teaching, Learning.
“Hay metáforas que son más reales que la gente que anda por la calle.
Hay imágenes en los escondrijos de los libros que viven más nítidamente que muchos hombres y mujeres.
Hay frases literarias que tienen una individualidad absolutamente humana…” Pessoa (1932).
1. LA LITERATURA Y EL CUENTO
Adoptar una posición frente a la literatura que conlleve a definir la misma, no supone ni la pretensión de encerrarla conceptualmente, ni la negación de las diversas concepciones que se han tenido sobre ella, al contrario, admite reconocer el referente teórico que se posee sobre la misma, como un medio de apoyo para permitir así conjugar, reunir y articular elementos esenciales y relevantes si de precisar la literatura se trata; atendiendo a Talens (1996), la literatura ya no puede ser pensada sólo como un objeto meramente estético autónomo reductible a su explicación, sino también como un conjunto de prácticas, de modo que, reflexionar acerca de ésta requiere pensar en ¿qué es?, al igual como de ¿qué función tiene?.
La literatura sirve para aprender, informar, comunicar, ejercer un espíritu crítico, alimentar la curiosidad, aportar para el cambio de estructuras mentales, conducir a nuevas actitudes y formas de convivencia –entre demás posibilidades –, en otras palabras, la literatura es ambivalente en sus funciones, pues la misma no sirve para un fin único, sino que su función depende de las lecturas siempre cambiantes de los diversos lectores inmersos en contextos específicos, contextos poseedores de historia y tiempo determinados, si se sostiene en concordancia con Pöppel (2004) que el arte y esencialmente la literatura son hijas de su tiempo, porque hablan el idioma y tienen las preocupaciones de su tiempo.
De este modo, el escritor –inmerso en una época específica – que se dedica a la literatura, en tanto ser humano poseedor y proveniente del lenguaje –si se afirma que es el lenguaje el cual conduce hacia una comprensión y entendimiento de la constitución de todo hombre gracias a los cuestionamientos acerca de su esencia, existencia e incidencia en el mundo – abstrae de su experiencia elementos particulares, personales, es decir, suyos, y no aquellos universales o públicos, para seleccionarlos con precaución, estructurarlos en una perfecta coordinación con los ondulantes movimientos y estados del ánimo, recubrirlos de un estilo tan imaginativo y suntuoso en figuras literarias, que al fin, todos los elementos juntos equivalen así a una experiencia completa de construcción literaria.
Es en vista de lo anterior y retomando a Macías (2003), que se define a la literatura como un juego con palabras, juego con imágenes expresadas en palabras, juego con sonidos de palabras en la región de la armonía y el ritmo y mirada sobre el mundo; debido a que se puede mirar al mundo desde la literatura porque ésta es juego y palabra, acción y vocablo: verbo.
Vocablo y acción, esto es la literatura, una mediación del objeto estético y el conjunto de prácticas, es decir, la relación entre toda producción literaria hallada en un texto –en tanto los conocimientos humanos se materializan en diferentes géneros de textos – y las experiencias que posibilitan tales creaciones poseedoras de creatividad, sensibilidad, intuición, estética, imaginación, ritmo y armonía, como la lectura, escritura, enseñanza y aprendizaje de la literatura.
En relación con la literatura, la mención de géneros de textos en líneas anteriores, supone la presencia de la noción de géneros literarios, los cuales son clases, esquemas mentales, conceptos de validez histórica en que se clasifican las obras literarias atendiendo a su contenido; según Imbert (1992) la retórica clásica los ha catalogado en tres grupos: Lírico (un “yo” canta sus íntimas efusiones), Dramático (texto para que actores, desde un escenario, representen la acción ante un público) y Épico (relato de acontecimientos entretejidos en una trama imaginaria). Y como todos los géneros son clases que poseen bajo sí otras especies, el género Épico, contiene a su vez géneros narrativos –porque relatan, narran, cuentan –en verso –epopeya, poema épico, romance – y en prosa –novela, epífano, apólogo, cuento –.
Y por estar incluido en la literatura, el género cuento (Imbert:11) aunque se incluye en un grupo de características comunes haciéndolo parte de un ejercicio cerrado, éste no es una cárcel, pues el cuentista en dichas reglas tiene la libertad de ordenar y combinar los elementos y materiales a su disposición para crear, construir, experimentar, destruir, reconstruir, es decir, “contar” –término que etimológicamente deriva de la palabra cuento –.El cuento es entonces, una “narración breve en prosa que, por mucho que se apoye en un suceder real, revela siempre la imaginación de un narrador individual. La acción –cuyos agentes son hombres, animales humanizados o cosas animadas –consta de una serie de acontecimientos entretejidos en una trama donde las tensiones y distensiones graduadas para mantener en suspenso el ánimo del lector, terminan por resolverse en un desenlace estéticamente satisfactorio”. (Imbert: 39)
Recurrir al cuento como género específico de todos los existentes en la literatura, para su abordaje, tratamiento, y comprensión, responde a un interés que parte de lo específico hacia lo general, porque es a través del análisis y del cuento en sí mismo, el cual es definido por Macías (2007) como el maestro de los maestros gracias a sus entrañables enseñanzas, que se pretende ampliar la mirada hacia un mundo tan amplio, rico, abundante y diverso como lo es el de la literatura.
2. PROCESOS DISCURSIVOS, COGNITIVOS Y PROYECTIVOS
Frente a políticas y orientaciones trazadas por el Ministerio de Educación Nacional (1989) que exigen el desarrollo y la evaluación de procesos en la educación, se recurre a la exposición de Niño (1989) quien presenta tres bloques de procesos que tienen lugar en el estudiante en todo proceso de enseñanza - aprendizaje. El primero de ellos abarca los procesos discursivos, los cuales se crean en la acción misma del uso de la lengua –sistema de signos y códigos – en su ámbito intelectual, habitual, científico, oral y escrito: un ejemplo de ello es la locución oral o realización de una lectura; el segundo de estos bloques, comprende los procesos cognitivos, los que son desarrollados en la mente y poseen como objeto los elementos que no son procesos en la lengua y literatura –estados, estructuras, relaciones –, un ejemplo de esto es explicar el proceso de la lectura o el análisis de categorías de orden semántico, fonético… en un texto escrito; y el tercero de los grupos contiene los procesos proyectivos, los mismos que se llevan a cabo como creación: ejemplos de estos son las prácticas de discusión, redacción, expresión oral, o sea, aquellas experiencias que se desembocan de los dos anteriores bloques de procesos a manera de realizaciones, inventos o producciones.
Teniendo en cuenta la anterior definición de procesos, en aquellos discursivos se encuentran: la oralidad, porque como lo expone Siertsema (1955) donde quiera que haya seres humanos, éstos poseen un lenguaje, y en cada caso, uno que existe básicamente como hablado y oído en el mundo del sonido; la escritura como sistema secundario de modelado (Ong, 1994), que depende de un sistema primario anterior: la lengua hablada, porque escribir es el proceso de convertir el pensamiento expresado en palabra a través de letra imprenta; y la lectura, pues leer es tender puentes sin restricciones entre un lector cualquiera y el texto, y este proceso, a la vez que la oralidad y escritura sólo pueden llevarse a cabo si se cuenta con aquel sistema de códigos y signos denominado lengua.
Tras la presencia de dichos procesos discursivos, surgen entonces aquellos cognitivos adoptados como procesos de pensamiento, manifestados implícitamente en el individuo, esto es, al nivel de sus esquemas mentales y estructuras cognitivas; en este instante aparecen los planteamientos de Peirce citado por Zecchetto (2005) quien postula a la inducción, deducción y abducción como dichos procesos ocurridos en el pensamiento. La inducción determina a partir de indicios posibles, la validez de una conclusión, es decir, que a partir de un conjunto de planteamientos se induce hacia una idea específica, dicho de otra manera, el pensamiento puede reconocer y analizar el proceso que se da si se va de lo general a lo concreto; la deducción es contraria a la inducción, siendo aquel proceso en donde al inicio, se cuenta con una conclusión que es aprobada a través de las ideas deducidas en torno a la misma, para decirlo mejor, el pensamiento se conduce desde lo concreto hacia lo general; y por último, la abducción que es el proceso efectuado con el enlace entre premisas y conclusiones, es decir, una especie de paradigma indiciario (Zecchetto: 65) que proporciona pautas de interpretación cuando no se recurre a la deducción o inducción para indagar un hecho, aquí el pensamiento se da en un proceso de establecimiento de hipótesis o conjeturas para analizar alguna situación.
Y posterior al desarrollo de los procesos discursivos y cognitivos, se manifiestan los proyectivos, los cuales son presentados en términos de conocimientos, habilidades y actitudes que posibilitan la proyección, esto es, la planeación e ingenio en la realización de prácticas a partir del ejercicio mismo del uso de la lengua y su comprensión. Acudiendo a Cassany (1995), tales conocimientos atienden a: la adecuación –nivel de formalidad –, estructura y coherencia del texto, cohesión –pronombres, puntuación, etc.–, gramática y ortografía, presentación del contenido y apoyo de los recursos teóricos, o sea, que los conocimientos en esta instancia, corresponden a insumos teóricos y conceptuales que permiten la creación de producciones verbales o literarias; en cuanto a las habilidades, las mismas incumben a: el análisis de la comunicación, búsqueda de ideas, elaboración de esquemas –para ordenar ideas –, en otras palabras, aquellas destrezas y aptitudes para hacer y rehacer todo texto; y por último, son de igual importancia las actitudes mostradas y reflejadas frente a dichas creaciones, en las cuales intervienen la escritura, lectura y oralidad, actitudes evidenciadas en: la reflexión acerca del gusto por escribir, leer y expresarse oralmente, la necesidad o el por qué de hacerlo, los sentimientos que suscitan dichas prácticas y las concepciones de acuerdo a las mismas.
En consecuencia, y tomando como base o punto de partida los procesos discursivos del estudiante, con los cuales se desarrollan integrada y progresivamente los procesos cognitivos y proyectivos, se asegura entonces la integralidad de los mismos grupos de procesos mediante un único proceso que los abarca, integra y articula en sí mismo. Lo anterior es posible, si se atiende a que es la educación literaria (Colomer, 1991) el proceso a través del cual se origina una enseñanza - aprendizaje de la literatura y de esta manera, se da la creación de los anteriores bloques de procesos.
3. EDUCACIÓN LITERARIA Y CREACIÓN DE PROCESOS DISCURSIVOS, COGNITIVOS Y PROYECTIVOS
La necesidad de una educación literaria converge en el proceso de enseñanza-aprendizaje, haciendo posible de la literatura un medio existente viable en cualquier espacio educativo. Simultáneamente éste proceso se relaciona con otros: los discursivos, cognitivos y proyectivos, los cuales son entendidos como parte del hacer pedagógico del maestro, debido a que la labor de un docente está centrada en la habilidad de desarrollar estrategias que le permitan a los estudiantes por medio de las vivencias, construir los procesos anteriormente mencionados, en este caso, específicamente a través de la conformación de un todo literario.
Concretamente lo que se busca, es cambiar la concepción de una enseñanza de la literatura por una educación literaria; en otras palabras, se pretende que más allá de la mera enseñanza o transmisión de conocimientos específicos acerca de la literatura en las escuelas o espacios educativos, aquellos que se reducen a nombres de obras literarias, fechas y autores, se posibilite la interiorización, el disfrute y el goce de la misma como un conjunto sistémico de conocimientos relacionados, en donde el desarrollo de las habilidades y de las competencias lingüísticas –procesos discursivos –, cognitivas –procesos cognitivos – y literarias –procesos proyectivos –, sean creadas mediante la literatura y su educación, en tanto éstas son concebidas como una comunicación comprensiva que le permite al ser humano el acceso al conocimiento y a su formación.
No obstante, es importante aclarar en este punto del tratamiento de la temática, que no se trata de hallar o especificar un método a través del cual la literatura y su educación viabilicen la creación de procesos discursivos, cognitivos y proyectivos, sino, defender la idea tesis que sustenta dicha educación literaria como un medio posibilitador de tales procesos, en tanto un medio es “una práctica que cubre o abarca una dimensión reflexiva, pero siempre encaminada a la realización de un producto, una obra: algo concreto”. (Vásquez, 2003). De acuerdo a lo anterior, la validez de la idea central del planteamiento responde a un por qué, y no a un cómo.
Retomando la noción de formación, “el profesor es un instrumento más para hacer posible el desarrollo del estudiante; este desarrollo es un proceso natural y personal en el que las vivencias proporcionadas por la escuela, ocupan un lugar importante al lado de las demás, que son propias de la vida diaria” (Macías, 2003: 39), es cierto, la escuela y el maestro intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sin embargo, éstos son sólo estímulos externos, por tanto se hace necesario el empleo de una educación centrada en la literatura, que refuercen dicho proceso en vísperas del fortalecimiento cognitivo y social, en donde la formación es a su vez un proceso que dura toda la vida, y la escuela debe estar orientada y pensada como una guía para que los estudiantes logren constituirse integralmente.
El estudiante es un sujeto dinámico que al ingresar a la escuela cuenta con ciertas habilidades cognitivas que le permiten ir avanzando en los diferentes procesos académicos, la clave está en que las personas a cargo, es decir, los maestros, identifiquen y aprovechen los conocimientos, habilidades y actitudes de cada uno de los estudiantes, para así reforzar, estimular y alentar dichas condiciones con la intencionalidad de crear así los procesos discursivos, cognitivos y proyectivos a través del ejercicio de una educación literaria.
Es indispensable que el docente cuente con herramientas que conviertan su trabajo en una forma eficaz de construir conocimiento. Existen algunos procedimientos que permiten la comprensión del proceso enseñanza-aprendizaje como un elemento concreto, los cuales deben establecerse tanto en la escuela como en los diferentes espacios en que se mueve la educación; el lenguaje, entendido como la habilidad que posee el hombre para construir pensamiento es una de aquellas herramientas planteadas, pues pensamiento y lenguaje permiten comprender el mundo y todo lo que gira en torno a él; es así como las habilidades comunicativas: hablar, escuchar, leer y escribir, son elementos de un mismo proceso – discursivo –, lo que sugiere que dichas destrezas no deben ser olvidadas en los rincones escolares, al contrario, éstas son indispensables para una formación cognitiva, social, emocional… de los estudiantes como parte del proceso formativo con relación a la educación literaria.
En este sentido, el ejercicio de la lectura y la escritura entonces deben ser proyectadas como elementos activos en el proceso de enseñanza-aprendizaje de toda educación literaria, con rutinas y hábitos diseñados para tal desarrollo, puesto que sólo y a través de éstos es que se da la comprensión masiva de datos, proporcionando al estudiante la creación progresiva e integrada tanto de ejercicios mentales –procesos cognitivos – como de aquella capacidad de producción o invención –procesos proyectivos – logrados mediante la literatura, propiamente, de la educación literaria con el buen desarrollo y desempeño del ejercicio lector y escritor, pues “la finalidad formativa de la educación literaria se puede resumir en la formación del lector competente” (Seminario della ricerca Dillis, 1986).
4. PROCESOS DISCURSIVOS, COGNITIVOS Y PROYECTIVOS: SU CREACIÓN A TRAVÉS DEL CUENTO
Macías (2007:148) expone que la naturaleza del cuento entraña múltiples enseñanzas en todos los niveles; porque éstos son metáforas de vida; porque ofrecen personajes y situaciones que pueden asumirse como modelos de identificación; porque entrañan mensajes y lecciones para la vida; porque cada párrafo presenta situaciones y personajes que se convierten en lecciones inesperadas; porque la existencia del cuento popular tradicional demuestra la forma más efectiva que ha encontrado el hombre para comprender el concepto abstracto; además de afirmar que la narración de cuentos es una enseñanza en sí misma de carácter total.
De esta manera, y habiendo justificado el por qué la literatura con su educación, posibilita la creación de procesos discursivos, cognitivos y proyectivos; es planteado específicamente el cuento como género literario –anteriormente sustentado –y estrategia pedagógica a docentes, para que éstos puedan adecuar eficazmente el desarrollo de los procesos ya indicados en los estudiantes, en el sentido que dichos procesos son llevados a cabo tanto en el ejercicio literario como en el hacer de la educación literaria, con la diferencia que el primero se presenta de forma implícita en relación al segundo; cabe recordar además, que por procesos discursivos se encuentra la oralidad, la lectura y la escritura; por cognitivos: la inducción, deducción y abducción; y por proyectivos: conocimientos, habilidades y actitudes.
Cuando se habla de un proceso discursivo dentro de la educación literaria éste se refiere específicamente a las destrezas que deben desarrollar los estudiantes para hacer de la oralidad, la lectura y la escritura un puente de conocimientos y aprendizajes. En la medida en que se establecen hábitos y rutinas para trabajar la narración de cuentos, se desarrollará la habilidad de encontrar por medio de la lectura en voz alta, ritmos melódicos y armónicos con el fin de hacer de las palabras un sistema musical de pasiones vivas; los diferentes tonos de voz tienen el poder de la seducción y por medio de ellos se logra llegar a concebir el verdadero sentido del cuento, del lenguaje y de la comunicación; a su vez, dicha oralidad conduce a un progreso paralelo de la escucha, pues quien se antepone al sentido de la escucha da entender que está dispuesto a que las palabras atraviesen el cuerpo con sensualidad, pasión y amor para que éstas más tarde puedan fijarse en el pensamiento. En ese mismo devenir de rutinas, debe presentarse la lectura y la escritura de cuentos como un ejercicio sencillo y natural que se perfeccione con su abordaje y realización, en tanto las actividades que se proponen en torno a tales prácticas, resulten ser atractivas para los estudiantes.
El desarrollo de hábitos literarios no sólo es una garantía para el aprendizaje de los procesos discursivos, sino que es el elemento central de los procesos cognitivos, puesto que es a través de una constante práctica, que la inducción, la deducción y la abducción se logran consolidar en el pensamiento; éstos se hallan implícitos en la estructura misma del cuento y cobran vida en tanto la narración se analiza, indaga, discute y comprende por medio de experiencias logradas a través la oralidad, lectura o la escritura.
Macías (2003:71) al referirse a la escritura, dentro de los talleres literarios cita a Thaisa Frank y Dorothy Wall quienes conciben la tarea de escribir como una alquimia que, aunque no se puede explicar, sí se puede desarrollar a partir de ejercicios que le permitan al futuro escritor encontrar su propia voz, trabajar en la historia o el tipo de historias apropiadas para su talento y revisar los manuscritos de acuerdo con ciertos criterios metodológicos. Lo anterior, con relación a los procesos proyectivos emerge de los conocimientos, habilidades y actitudes que los estudiantes pueden llegar a desarrollar en su tarea como nuevos escritores, en tanto el escritor debe saber ver. De esta manera, hay que disciplinar entonces las virtudes, pues la constancia y la perseverancia de un ejercicio transforman los procesos sucedidos en la realidad existente de un ser humano, conduciendo al mismo a la producción, ingenio, creación, fabricación tanto de obras lingüísticas y comunicativas como literarias.
5. CONCLUSIÓN
De esta manera, se puede asegurar que la literatura es en realidad una práctica social y cultural que cambia constantemente con el lector según la intencionalidad que éste le proporcione a la misma; por tal motivo es importante tener en cuenta a la educación literaria –con las posturas y requerimientos anteriormente planteados – cuando de creación de procesos en la educación logrados a través de la enseñanza-aprendizaje se trata, pues es dicha educación literaria la posibilitadora de procesos discursivos, cognitivos y proyectivos en el estudiante, si se atiende a que son los maestros los principales responsables de que dicho proceso sea llevado a cabo de manera adecuada y conveniente.
REFERENCIAS
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